Hay que tener valor para ser mediocre por elección propia – Píldoras para Sanar [Podcast]

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En este episodio de Píldoras para Sanar de Cultural Press Podcasts, curamos y comentamos sobre un artículo titulado, «El valor de ser mediocre», escrito por Tim Wu para la columna “Opinión” del periódico The New York Times, y que fue publicado el 20 de diciembre de 2018.

Professor Tim Wu
Foto de Timothy Wu publicada en su biografía en Columbia University

Tim Wu es abogado estadounidense, profesor de la Facultad de Derecho de Columbia University de Nueva York y colaborador de opinión para The New York Times. Es conocido en el campo legal y académico por sus propuestas para las industrias de medios y tecnología y también a nivel político.

Después de todo, la idea del ocio es un logro ganado a pulso, pues presupone que hemos rebasado las exigencias básicas de la supervivencia”.

Tim Wu – abogado estadounidense

Tim Wu comienza su artículo de opinión transmitiéndonos una vivencia muy profunda e impactante para él. Nos dice que siempre queda sorprendido por cuántas personas le dicen que no tienen ningún pasatiempo. Podría parecer algo insignificante, pero (aunque suene grandilocuente) para él es una señal de una civilización en decadencia. 

Y continúa diciéndonos algo que aparentemente puede sorprender al lector y al oyente cuando afirma que “Después de todo, la idea del ocio es un logro ganado a pulso, pues presupone que hemos rebasado las exigencias básicas de la supervivencia”.

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Tim Wu no se detiene aquí con sus comentarios e incluso nos deja un ejemplo conocido por muchos de nosotros; se trata de su país de origen y nos dice:

“Sin embargo, en Estados Unidos, el país más rico en la historia, parece que nos hemos olvidado de la importancia de hacer las cosas por el simple hecho de que disfrutamos hacerlas.   Sí, dice reconocer: que es que todos estamos tan ocupados. Entre el trabajo y la familia y las obligaciones sociales, que ¿cómo esperan que tengamos tiempo?”

Lo que Tim Wu sigue desarrollando en su escrito, nos sigue sorprendiendo. Nos da varias razones de por qué la gente no tiene pasatiempos. Los presenta muy didácticamente con expresiones y ejemplos concretos.

«Cuando tu identidad está ligada a tu forma de entretenimiento —eres un yogui, un surfista, un escalador—, más te vale hacerlo bien porque si no es así, ¿quién eres entonces?»

Tim Wu – The New York Times

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Para explicarlo él comenta que “Si te gusta correr, ya no es suficiente con que des un par de vueltas a la manzana: ahora hay que entrenar para los maratones. Si te gusta pintar, ya no lo haces nada más para disfrutar de una agradable tarde solo contigo, con tus acuarelas y con unos lirios de agua, sino que ahora debes buscar que exhiban tus obras en una galería, o al menos intentar hacerte de una cantidad “respetable” de seguidores en las redes sociales.

Cuando tu identidad está ligada a tu forma de entretenimiento —eres un yogui, un surfista, un escalador—, más te vale hacerlo bien porque si no es así, ¿quién eres entonces?” agrega Tim Wu.

Y siguen las sorpresas cuando afirma: “nos da miedo no hacerlos bien. Más bien: nos intimida la expectativa —que ya es un sello distintivo de nuestra época, tan intensamente pública y enfocada en el desempeño— de que debemos ser talentosos hasta en las actividades que realizamos en nuestro tiempo libre.

Enfatiza que “se han vuelto demasiado serios, demasiado rigurosos; ahora se trata de una oportunidad para sentir ansiedad sobre si en realidad eres la persona que dices ser”.

Una frase, escrita en negrilla y con letra más grande, nos anuncia una especie de conclusión:

Los requerimientos de la excelencia están en guerra con lo que llamamos libertad.

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Y para sustentar esta categórica afirmación Tim Wu nos explica:

“Aquí lo que hemos perdido es la afición tranquila para tener un talento modesto, a hacer algo por el simple hecho de que lo disfrutas y no porque lo haces bien. No habría que enfatizar que los pasatiempos deben ser una actividad distinta al trabajo remunerado”.

No obstante, dice, valores ajenos como “la búsqueda de la excelencia” se han insertado y han corrompido lo que solía ser el terreno del ocio, así que ya no hay lugar para el verdadero aficionado.

Aludiendo de nuevo al terreno conocido, nos informa que “La población —al menos la de Estados Unidos— parece estar dividida entre los aficionados semiprofesionales (algunos tan dedicados como los atletas olímpicos) y aquellos que se retraen en el ocio pasivo en las pantallas, la marca distintiva de nuestros tiempos tecnológicos”.

Aclara que no niega “que se puede obtener mucho sentido al practicar una actividad a nivel profesional y que no mira con desdén a quien decida dedicar su vida entera a una pasión o talento innato”.

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Uniendo y diferenciando a la vez nos recuerda Tim Wu que “hay experiencias muy profundas que traen consigo el dominio de un arte. Pero también hay una alegría pura y verdadera, un grato deleite, casi infantil, que surge al aprender y simplemente esmerarnos en lo que practicamos. En retrospectiva, se darán cuenta de que los mejores años de sus clases de buceo o de carpintería, por dar algunos ejemplos, fueron cuando apenas se iniciaban, cuando sentían exaltación tan solo por hacerlo.

Siguiendo la idea que desarrolla el autor de este artículo de opinión, nos encontramos con un desenlace que nos aclara el por qué hay que tener valor para ser mediocre. A partir de varias preguntas disparadoras nos invita a reflexionar:

¿Qué pasa si te permites hacer únicamente aquello en lo que sobresales?

¿Qué pasa si decides aprender a surfear a los 40 años, como Tim Wu lo hizo?

¿Qué pasa si cuando tienes 60 decides aprender italiano?

Tim Wu, nos propone igualmente algunas respuestas que nos mueven a profundizar en la esencia de su propuesta:

  • La expectativa de alcanzar la excelencia puede ser abrumadora.
  • Se supone que la libertad y la igualdad deben facilitar la búsqueda de la felicidad.
  • Una democracia, cuando funciona como es debido, permite que los hombres y las mujeres se conviertan en personas libres; sin embargo, depende de nosotros, como individuos, si usamos esa oportunidad para encontrar un propósito, alegría y satisfacción.
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De aquí hasta el final del artículo, sus palabras escritas toman más fuerza para sostener que “si sospechas que esto parece una elaborada súplica que él hace para que la gente deje de trabajar tanto, pues él asegura que lo es”.

De cualquier manera, afirma Tim Wu, que al expresarse en términos mayúsculos: la promesa de nuestra civilización, el objetivo de todos nuestros esfuerzos y avances tecnológicos, es rescatarnos de la lucha por la supervivencia y darnos tiempo para quehaceres más nobles.

Sin embargo, exigir la excelencia en todas nuestras actividades puede menoscabar eso; puede ser un peligro para la libertad o puede incluso destruirla. Nos despoja de una de las mayores recompensas de la vida: el sencillo placer de hacer algo solo porque lo disfrutamos profundamente.

Y definitivamente, hay que tener valor para ser mediocre por elección propia.

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